OBRA YO Y MI OTRO YO

YO Y MI OTRO YO

Miles de hombres vestidos de curas guardan dentro de sí un sentido de la vida diferente al que promulgan, bajo sus túnicas se esconde la labor de amar, mas allá de lo posible a su prójimo o a su propio yo, ellos con sus actos confirman que la Iglesia Católica no siempre ha sido tan intolerante en lo que se refiere a la homosexualidad y que incluso llegó a celebrar "bodas homosexuales" en algún momento de la historia llamándolos "ritos de hermanamiento".

Asimismo, florece una literatura en forma de cartas de amor y poemas que los monjes se escriben unos a otros y que han llegado hasta nuestros días. El amor florece en los monasterios, fuertes masculinos, sin que los monjes sean castigados por ello.

A estos seres les alumbra el deseo por los poros, ellos en constricción y con el Cristo en el pecho su otro yo les pide pasión, les ruega que se queden, que sigan siendo hombres del mundo, pero ellos se niegan, no reconocen que son Yo y mi otro yo, sueñan con firmar los contratos que firman dos hombres, quieren hacerlo únicamente por afecto, y no por relaciones comerciales, y dicen que son libres, que se aman, pero se niegan.

Estos amantes de la noche y de las garitas a escondidas dan cuenta de la pasión con que se viven estas relaciones, se creen San Baco y San Sergio, quieren ser martirizados por su amor, pero él se niega nuevamente y no reconoce que su otro yo, quiere amarlo, y el solo desea irse, alejarse de tanta realidad doliente, en sus andares sueña con él, y lo empaca como uno más de sus objetos, le reclama y él se aleja con la victoria en sus manos.